
PARA ENFRENTAR LA RECESIÓN POSIBLE por Alfredo Miranda
Al revisar en la historia los grandes problemas económicos como la gran depresión de 1929, la burbuja de las tecnológicas en el 2000, la devastadora del sub-prime en 2008, la pandemia en 2020 o las propias crisis mexicanas ya conocidas, observamos que el efecto negativo en las empresas fue muy grave reduciendo dramáticamente su relevancia en el mercado y terminando algunas en quebrar y otras en desaparecer.
Los datos indican que más del 20% de las empresas resultaron gravemente afectadas. El llamado efecto Tequila 1995 causó estadísticamente la mayor mortandad de empresas y la quiebra económica de muchos hogares, sin embargo, el impacto en la pandemia superó lo conocido.
Sin embargo, resulta impactante que alrededor del 9% de las empresas, no sólo afrontaron la crisis, sino que se fortalecieron y superaron a sus competidores por mucho en el crecimiento y la generación de utilidades
La pregunta lógica es ¿qué hace la diferencia? Sin duda su preparación. La mayoría de las empresas que sufrieron o desaparecieron no tenían una adecuada gestión de riesgos ni planes de contingencia adecuados.
Los signos actuales
Los datos que se van recogiendo a nivel mundial anuncian etapas de menor crecimiento en la economía global. El pronóstico se agravó ante el conflicto comercial arancelario generado por Trump entre USA y el resto del mundo, incluyendo China en primer lugar. Las preguntas sobre un T-MEC renegociado aumentan la incertidumbre para México y Canadá. En el caso de México, las cifras y los resultados no son buenos y se vislumbra una ralentización de la economía seguida de una muy posible recesión o estanflación.
¿Qué hacer? Una obligación primaria del buen gobierno y de la atinada gestión de las empresas es tener planes de contingencia preparados, que contemplen un análisis integral de riesgos[1], establezcan escenarios y desarrollen modelos para actuar de manera rápida y flexible
5 asuntos sintetizan los mayores riesgos de alto impacto hacia adentro de los negocios, independiente de los externos más conocidos.
- Reducción de la deuda. No sólo importan los montos y la tasa de interés, sino también el plazo y la estructura de las deudas. Las empresas muy endeudadas de corto plazo son especialmente vulnerables en la recesión.
- Toma de decisiones. Las empresas excesivamente centralizadas o jerárquicamente rígidas le quitan flexibilidad a la toma de decisiones para aquellos que a lo largo y ancho de la organización están mucho más cerca de la realidad y pueden tomar decisiones rápidas y certeras. Se requiere ágil y buen gobierno.
- Cuidado del talento. Es muy socorrida la reducción drástica de personal, pero el cuidado del talento se vuelve vital en un mundo hipercompetitivo. Los estudios muestran que las empresas que trabajaron más en formar a sus colaboradores en la productividad, mejora de procesos y en ser eficientes, resurgieron fortalecidas de la recesión porque además redujeron sus costos, no pagaron liquidaciones, ni recontratación y entrenamiento y sobre todo no afectaron negativamente la moral del personal. Hubo excelentes ejemplos de solidaridad en la pandemia
- Digitalización e Inteligencia artificial. Un cuarto elemento es la inversión en tecnología y asumir la digitalización. La tecnología bien adoptada presenta ventajas que dan flexibilidad, eficiencia, transparencia, calidad en el servicio y genera datos para conservar y ganar nuevos clientes mediante su buen análisis. La clave es iniciar. [2]
- Formación Directiva. Finalmente, no podemos dejar de lado el ejercicio de la sabiduría prudencial en la dirección de los negocios [3] tanto para aprovechar oportunidades como para enfrentar los retos que se presentan. El director general, el empresario y sus equipos directivos si están mejor preparados, enfrentarán exitosamente el futuro, cualquiera que éste sea.
[1] Gestión Integral de Riesgos
[2] Programa de Inteligencia Artificial y transformación digital
[3] Liderazgo, Estrategia y Alta Dirección