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Crecimiento y desarrollo armónico. Por Dr. Alfredo Miranda

Una de las grandes incógnitas que tiene que resolver cualquier país es cómo generar mayor valor económico y social ante el crecimiento de su propia población. Eso implica lograr crecimiento midiéndolo con cualquiera de las modalidades que cada uno crea es mejor, sea el PIB, el índice de desarrollo social, o cualquier otro modelo. Todos los modelos coinciden en que al explorar las causas raíz por las que se puede dar el crecimiento económico y generar círculos virtuosos en la economía, el tema de la inversión productiva es pieza clave, originaria y fundamental.

En este sentido México no está en una buena posición pues de acuerdo con los datos que da a conocer el INEGI se reveló un lamentable récord del gobierno del Sr. López ya que este año es el nivel de inversión más bajo de los últimos 25 años, como porcentaje del PIB. Aquí los datos:

  • Con la crisis económica de 1995, la inversión representó 15.8% del PIB
  • En 2020 fue el 17.3%. Muy lejos del 23.1% que se registró con Salinas en 1994.
  • La diferencia entre la inversión de Salinas y la de López equivale, a valor presente, a unos 74 mil 200 millones de dólares. Los datos del INEGI revelan que desde un año antes de la pandemia del coronavirus, la inversión en México disminuyó.
  • En la historia económica del país, hasta el momento, sólo dos gobiernos han reportado dos años consecutivos con descenso.
    • Con Fox, derivado de la crisis de las empresas “punto.com” del 2000, en el bienio 2001-2002 la inversión en México disminuyó 7.3% y 2.3%, respectivamente.
    • Con López, antes de la pandemia disminuyó 4.7% en 2019 y con el coronavirus, en 2020, se desplomó 17.8%.
  • México necesita tasas de inversión cercanas al 25% del PIB para lograr crecimiento, desarrollo y prosperidad atractivos.

Es la incertidumbre la que afecta a la inversión privada, que es la que genera empleos, crecimiento y prosperidad. La inversión pública también ha estado sumamente retraída y concentrada sólo en los proyectos presidenciales conocidos y cuyo valor agregado será muy limitado o negativo.

Cierto, el apetito por invertir está íntimamente ligado a la confianza y la seguridad, así como el respeto al estado de derecho y la fortaleza y equilibrio de las instituciones.

La incertidumbre desalienta la inversión, más aún cuando la retórica presidencial y sus acciones son consecuentes en generar desconfianza. Lo paradójico es que, si ese lenguaje y las acciones de su gobierno cambiaran, llegaría mucha inversión, pues México tiene una ventana de oportunidad única por la coyuntura histórica que tenemos, tanto por los efectos de la ruptura de las cadenas de suministro por la pandemia y por el costo de fletes marítimos sumado a los tiempos de entrega de bienes de Asia.

 

Esa es mi primera propuesta: un golpe de timón en la política pública para provocar confianza y certeza a la inversión privada de todo tamaño y origen, mexicana y extranjera. Hay que promover a México y atraer inversión productiva.

 

La segunda está ligada a las circunstancias de salud provocadas por la misma pandemia. No hay duda de que el efecto económico de la pandemia ha sido devastador especialmente para las micro, pequeñas y medianas empresas que sostienen la estructura económica. En México generan casi la mitad del PIB aportando además 2 de cada 3 empleos.

Los indicadores muestras el impacto del pésimo manejo de la política de salud con su daño económico colateral negativo.

  • La soberbia y la política han dominado la actuación de los responsables de la salud pública. Obsérvese que los picos altos de vacunación han coincidido con elecciones o relacionados a temas electorales o proselitistas.
  • Sólo el 64.2% de los habitantes ha recibido por lo menos una dosis de vacuna.
  • Somos uno de los países con menor número de pruebas disponibles para determinar si tienes o no SARS Cov-2. La Universidad John Hopkins estima que hay 10 casos por cada uno registrado y que por cada muerte registrada hay dos decesos.
  • El número de muertes supera con mucho las cifras oficiales de 300,000. El exceso de muerte según INEGI supera los 521,000. Los datos del Institute for Health Metrics and Evaluation señalan que México alcanza los 695,000 decesos por COVID y según estudios del Dr. Raúl Rojas en México llevamos ya 713,000 muertes.
  • La probabilidad de muerte si te da COVID es entre 3.4 y 4 veces mayor en México que en el resto del mundo. La letalidad es casi del 7.5% dependiendo los estudios a que se haga referencia.
  • El abasto de medicinas, insumos y medicamentos no está resuelto.
  • El 68% de los mexicanos opina que los sistemas de salud son malos o muy malos, según datos de Statista.
  • No hemos evaluado aún los tremendos efectos de las secuelas de todo tipo dejadas por el virus y sus variantes, pero ahí están y estarán: el llamado COVID largo.

La segunda propuesta es que tenemos que provocar un cambio radical en la política de salud pública en varios renglones, pero los más importantes son:

 

  • Incrementar masivamente la disponibilidad de pruebas para el COVID. Esto nos ayuda a evitar mayores contagios y propagación del virus.
  • Acelerar la tasa de vacunación usando todos los medios posibles. Se dice que hay más de 20 millones de vacunas que no se han aplicado. Las instituciones de salud pública lo pueden hacer con sus tradicionales campañas de vacunación y pueden ser apoyados por el sector privado como lo hacen casi todos los países: hospitales, clínicas, farmacias, supermercados, universidades, etc.
  • Mejorar el presupuesto y reforzar el personal y sus modelos de compensación de los sistemas de salud pública. El abasto de insumos y la infraestructura también requieren inversión.
  • Ser consistentes y ejemplares en la aplicación rigurosa de medidas preventivas sanitarias, empezando por las autoridades.
  • Regularizar el abasto de insumos y medicamentos con la colaboración de la iniciativa privada y las empresas que a eso se dedican. Llevamos tres años de desabasto.

Si bien mis dos propuestas están enfocadas a cambios en las políticas públicas, cada uno de nosotros tiene un campo de acción propio donde puede influir y actuar positivamente en los temas de inversión, generación de empleo, aspectos de productividad y medidas preventivas de salud.

 

México tiene hoy una ventana de oportunidad que no podemos dejar pasar una vez más.

Todos somos responsables de aprovecharla para lograr mayor prosperidad generalizada.

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